Si das el pecho, seguramente te han recetado vitamina D para tu bebé. Si estás embarazada a lo mejor te la han recomendado junto al yodo y al ácido fólico… En todo caso, seguro que te suena que esta vitamina es chachi piruli y que es fundamental para la salud de los huesos. Pero, ¿necesitamos los suplementos? ¿De qué depende que tengamos unos niveles adecuados? ¡Aquí estoy yo para contártelo!

 

La vitamina D

La vitamina D es una vitamina liposoluble que obtenemos principalmente de la exposición a la luz del sol, concretamente gracias a los rayos UVB. Además, se encuentra de forma natural en algunos alimentos como el pescado graso (y sus aceites), las setas y champiñones, la yema de huevo y el hígado. En otros alimentos como la leche, se suele encontrar porque se añade en forma de suplementos.

Aunque se le llame vitamina D en general, existen varias formas de la misma:

  • Vitamina D2 o ergocalciferol, presente en las plantas.
  • Vitamina D3 o colecalciferol, presente en animales, que es la que sintetizamos nosotros con el sol bajo la piel.

Ambas formas D2 y D3 necesitan pasar por dos transformaciones consecutivas reguladas por la hormona paratiroidea (PTH), la primera en el hígado (hidroxilación 25) y la segunda en el riñón (hidroxilación 1), para generar la:

  • 1,25-OH-vitamina D o calcitriol, la forma realmente activa de la vitamina D, considerada casi una hormona.

No obstante, en forma de suplementos, la vitamina D3 es mucho más eficaz que la D2, tanto en el aumento de niveles séricos de vitamina D activa como en la unión a proteínas plasmáticas, que son las que la transportan a los tejidos (Heaney y cols, 2010).

 

Funciones de la vitamina D

La vitamina D posee multitud de funciones en el organismo. Junto con la PTH regula la absorción y los niveles de calcio. Si se encuentra en niveles adecuados (la concentración óptima en suero es de 80 nmol/L ó 32 ng/mL), se maximiza la absorción de calcio, se disminuye la pérdida de hueso, el riesgo de caídas y fracturas. Es por esto que prácticamente todo el mundo conoce su relación con la salud ósea, aunque tiene otras funciones también muy importantes:

  • Asegura la integridad de los huesos.
  • Regula los niveles de calcio.
  • Contribuye a mantener los niveles de glucosa en sangre.
  • Reduce el riesgo de enfermedades autoinmunes, neurológicas y cáncer.
  • Reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Cuando se encuentra en niveles demasiado bajos, aparecen patologías asociadas, tanto en la infancia como en la etapa adulta o en el embarazo:

  • Fallos en la gestación, desarrollo y crecimiento fetal: preeclampsia, diabetes gestacional, niños pequeños al nacer, menor desarrollo neurológico…
  • En niños: asma severa, baja respuesta a corticoides, artritis reumatoide, diabetes tipo 1, raquitismo…
  • En adultos: hiperparatiroidismo secundario, recambio óseo acelerado, pérdida de hueso y/o osteoporosis incluso osteomalacia y alteraciones funcionales que pueden derivar en riesgo de caídas en ancianos.

¿Y en niveles demasiado altos? Si se toman suplementos sin superar las dosis recomendadas (nunca más de 600 IU), es casi imposible que aparezcan problemas derivados de un exceso de vitamina D. El organismo tiene mecanismos para eliminar los niveles excesivos, aunque sólo hasta cierto punto. En el caso de que se superara muy mucho la dosis diaria, aunque esto no sucede con frecuencia, podría haber un exceso de absorción de calcio y problemas derivados de éste como la aparición de piedras en el riñón, depósitos de calcio en el corazón, náuseas, vómitos…

 

¿De qué depende el nivel de vitamina D en el organismo?

Los factores que afectan al nivel de vitamina D están muy relacionados con nuestro estilo de vida y el lugar donde vivimos, ya que la exposición a la luz solar es el mejor modo de obtener un nivel adecuado de vitamina D.

  • La utilización de protectores solares: todos los utilizamos para prevenir enfermedades en la piel y al mismo tiempo estamos impidiendo la síntesis de vitamina D3.
  • La ingesta de alimentos ricos en vitamina D.
  • El sedentarismo: se asocia a salir menos a la calle, y por tanto está asociado a menores niveles de vitamina D.
  • La estación del año: en invierno vamos completamente tapados y además recibimos una menor intensidad solar.
Gráfico tomado del estudio de Rodríguez-Dehli y cols, 2016.

Gráfico tomado del estudio de Rodríguez-Dehli y cols. (2016) en el que se ve la variación entre los meses de invierno y verano.

 

  • La latitud en la que vivimos: en latitudes extremas hay menor exposición a los rayos UVB.
  • El color de la piel: cuanto más oscura, menos producción de vitamina D.
  • La contaminación: filtra los rayos solares.
  • La obesidad: la grasa atrapa la vitamina D, que se “diluye” y deja de estar disponible para el resto de sus funciones.
  • Niveles de vitamina D en el embarazo, se ha visto que están relacionados con los niveles de vitamina D en el niño.

 

¿Hay deficiencia de vitamina D en España?

En general, hay un porcentaje significativo de la población que presenta déficit de vitamina D (en este caso interpretando deficiencia como niveles séricos menores a 50 nmol/L ó 20 ng/mL) incluso en España, a pesar de que disfrutamos de muchas horas de luz solar.

Según distintos estudios, hay diferencias en las tasas de deficiencia en niños, que en su mayor parte pueden ser atribuidas a las horas de luz:

  • Más de la mitad de los niños presentaron niveles deficientes de vitamina D a los 4 años en un estudio realizado recientemente en Asturias (Rodríguez-Dehli y cols. 2016).
  • En niños de Cádiz de 10 a 14 años se encontró un 45% con niveles reducidos de vitamina D (Ruiz-Ocaña y cols, 2014).
  • En Navarra se encontró un 12,7% de deficiencia de vitamina D en niños y adolescentes de 3 a 15 años (Durá-Travé y cols, 2015).
  • En Córdoba, sin embargo, un pequeño estudio realizado en niñas de 7 a 10 años no encontró ninguna niña con deficiencia (un 25% en niveles intermedios) (Ramírez-Prada y cols, 2012).
  • De forma similar, en Cataluña solo se encontró un 8% de niños hasta 5 años con deficiencia de vitamina D (Sánchez Muro y cols, 2015).

En cuanto a embarazadas, también se ha observado que existe una deficiencia de vitamina D en un 18% de las embarazadas de nuestro país (Rodríguez y cols. 2016).

En la población general europea se ha estimado una prevalencia de deficiencia de vitamina D (menos de 30 nmol/L) del 13% (ojo, en 55844 individuos!) que era del 17,7% en invierno y del 8,3% en verano (Cashman y cols, 2016). Y si se tenía en cuenta el nivel de 50 nmol/L (una definición alternativa para clasificar la deficiencia), la prevalencia era del 40,4%. Este estudio concluyó que la deficiencia de vitamina D en Europa es preocupante y que se requieren medidas de salud pública.

 

¿Hacen falta suplementos?

Ya que vivimos en un país con bastantes horas de luz y una latitud relativamente baja (al menos no es Noruega!), podemos alcanzar unos niveles adecuados de vitamina D con el sol y las fuentes alimentarias naturales (pescado graso, huevos…).

Alrededor de 10-20 minutos de exposición solar (cara, manos, brazos…) 3-4 días a la semana podrían ser suficientes para no presentar deficiencias de vitamina D.

Si además añadimos la vitamina D de los alimentos, tendremos un bajo riesgo de hipovitaminosis D.

No obstante, en los meses de invierno (de octubre a marzo aproximadamente) puede ser necesario suplementar a algunas personas que no sigan una dieta con estos alimentos o fuentes enriquecidas (leche de vaca o bebidas enriquecidas), prestando atención sobre todo a niños y embarazadas. Si se toman suplementos, no han de tomarse en dosis excesivas, por lo que nunca hay que tomar más de 600 UI de suplementos de vitamina D al día a no ser que lo prescriba un médico, o se trate de ancianos.

Suplementos de vitamina D para bebés hasta 1 año

Los bebés que tomen leche materna han de recibir suplementos (400-600 UI/día) con el fin de asegurar un nivel adecuado de vitamina D como medida de prevención de déficit. Ojo, esto no quiere decir que la leche materna sea un mal alimento, los bebés que toman leche artificial también necesitan la vitamina D, pero ésta se añade de forma sistemática a la leche de fórmula y por tanto no es necesario darla aparte.

Los suplementos en bebés son necesarios porque no se pueden exponer a la luz del sol de forma directa dada la sensibilidad de su piel. Igualmente, no pueden recibir la vitamina D de los alimentos hasta que no comienzan con la alimentación complementaria, y aún entonces, la cantidad que reciban de ese modo inicialmente será muy baja.

Suplementos de vitamina D para niños en crecimiento

Dada la prevalencia variable de déficit de vitamina D en los niños, no se puede recomendar de forma general la suplementación a todos los niños. No obstante, sí creo que sería positivo que cada uno piense en su situación. Presta atención al tiempo que pasan tus hijos al aire libre –sin protección solar-, a su alimentación (si toman mucha leche y ésta está enriquecida no habrá problema, si toman pescado graso con relativa frecuencia…). Y si tienes dudas, habla con el médico a ver qué te recomienda. Eso sí, no entres en pánico ni te obsesiones con esta vitamina, por favor, esa no es mi intención!

Debes saber que para que tus hijos crezcan con huesos fuertes y sanos, además de la vitamina D, necesitan hacer ejercicio. Sin actividad física de fuerza, por mucha vitamina D y calcio que tengan, sus huesos no se fortalecerán de forma adecuada. Así que ¡mata dos pájaros de un tiro sacándolos a la calle a jugar y saltar!

Suplementos de vitamina D para embarazadas y madres lactantes

La vitamina D es un nutriente importante para el desarrollo del feto y es fundamental tenerla en niveles adecuados. Digo lo mismo que en el punto de los niños, analiza tu situación (exposición al sol sin protección y dieta) y decide si es suficiente o no. En general, puede ser adecuado tomar suplementos en los meses de invierno cuando hay menos luz y si no tomas los alimentos más ricos en vitamina D ni productos enriquecidos. En el caso de que decidas tomar suplementos, háblalo con tu ginecólogo, pero la cantidad sería de 600 UI al día.

Ten en cuenta que si estás dando el pecho no necesitas mayores niveles de vitamina D, por tanto la que tomes no es para el bebé sino para ti. Si crees que no cumples la exposición solar o la ingesta de vitamina d con alimentos, piensa en los suplementos, pero no tomes más de los 600 IU al día.

 

¿Y tú, tomaste vitamina D durante tu embarazo? ¿Se la has dado a tu bebé o se te olvida de vez en cuando (jeje!)? ¿Conocías los niveles de prevalencia de déficit de esta vitamina? Cuéntanoslo en los comentarios. Y si te parece importante compartir esta información, adelante :)

 

Por último, no puedo evitar dedicarle este post a mi amiga Sonia, la creadora de Vitamina d*, y a la que conozco ya desde hace casi 20 añazos… Acaba de renovar su web y sus productos y estoy segura de que te van a encantar. No te olvides de ella para celebrar cualquier evento si quieres implicar y entretener a los más pequeños 😀

 

Referencias

Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. Vitamina D.

Cashman KD y cols. Vitamin D deficiency in Europe: pandemic? Am J Clin Nutr. 2016 Apr; 103(4): 1033-44.

De-Regil y cols. Vitamin D supplementation for women during pregnancy (Review). Cochrane Database of Systematic Reviews 2016; 1: CD008873.

Durá-Travé T y cols. Deficiencia de vitamina D en escolares y adolescentes con un estado nutricional normal. Nutr Hosp. 2015; 32: 1061-6.

Heaney RP y cols. Vitamin D(3) is more potent than vitamin D(2) in humans. J Clin Endocrinol Metab. 2011 Mar; 96(3): E447-52.

Munns CF y cols. Global Consensus Recommendations on Prevention and Management of Nutritional Rickets. J Clin Endocrinol Metab. 2016 Feb; 101(2): 394-415.

Ramírez-Prada D y cols. Evaluación de la exposición solar, ingesta y actividad física en relación con el estado sérico de vitamina D en niñas prepúberes españolas. Nutr Hosp. 2012; 27: 1993-8.

Rodríguez y cols. Vitamin D Status in Pregnancy and Determinants in a Southern European Cohort Study. Paediatric and Perinatal Epidemiology 2016; 30: 217-228.

Rodríguez-Dehli y cols. Hipovitaminosis D y factores asociados a los 4 años en el norte de España. An Pediatr (Barc). 2016.

Ruiz-Ocaña P y cols. Niveles de vitamina D al final de la estación invernal en una población escolar sana. Rev Esp Endocrinol Pediatr. 2014; 5: 19-27.

Sánchez Muro JM y cols. Niveles plasmáticos de vitamina D en población autóctona y en poblaciones inmigrantes de diferentes etnias menores de 6 años de edad. An Pediatr (Barc). 2015; 82: 316-24.

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