Te has pasado dos horas cocinando un plato merecedor de la final de masterchef y ahora va tu hijo y no se lo quiere comer… ¿A que te ha pasado? A mí sí. Y he sucumbido a insistirle que lo probara, lo admito. Y es que es muy pero que muy fácil caer en esta tentación. Bien porque realmente nuestro plato está riquísimo y queremos que nuestro hijo experimente ese estupendo sabor por sí mismo, o porque es un plato muy saludable y creemos que le va a sentar fenomenal…, el caso es que esa situación pasa muchas veces cuando tu hijo te dice “mamá, ya no quiero más”.

 

Las normas básicas de alimentación infantil

Pero, ¿qué dice la evidencia científica a la hora de evitar las fobias alimentarias, los problemas a la hora de comer y sobre todo, el exceso de peso en nuestros hijos?

  1. NUNCA hay que obligar a un niño a comer.
  2. NUNCA hay que dar un alimento como premio.
  3. NUNCA hay que controlar lo que come o no un niño, incluso por exceso (siempre y cuando los alimentos que tenga a su alcance sean siempre saludables).

Por tanto, los padres deben limitarse a ofrecer comida saludable y dar ejemplo, que no es poco.

 

Cómo se si ya no tiene hambre o si solo está distraído

El hecho de insistir es un grado menos que forzar, pero tenemos que tener claro qué estamos consiguiendo si lo hacemos.

  • Si pretendes que el niño coma más cuando realmente ya no quiere más (lo notamos porque ha comido antes y ha disminuido o desaparecido su interés en la comida), esto es un gran error porque estará comiendo más de la cuenta, y poco a poco, aunque sea de cucharada en cucharada esta insistencia puede convertirse en un exceso de peso. Peor aún será si además se enfada y asocia las comidas con momentos estresantes.
  • Si lo que pasa es que está distraído con otra cosa, lo mejor es que retires esa distracción y dirijas su atención a la comida para comprobar si realmente no quiere más. Esta situación es muy frecuente.
  • Si utilizas la TV, el móvil, la tablet, en definitiva, cualquier pantalla para que tu hijo coma, aunque lo haga, no estará aprendiendo a comer de verdad. Aunque requiera más paciencia debemos evitar el uso de estos aparatos ya que contribuyen a comer “sin darse cuenta” y lo más seguro que en exceso.

Si tenemos claro que ya no quiere más, decidiremos si espera a que comamos los demás o si puede levantarse para hacer otra cosa. Esto va según la edad y las costumbres familiares, cada cual que decida en función de su realidad.

En nuestro caso particular, si Álvaro se pone bruto porque ya ha terminado de comer intentamos que se quede mientras acabamos dejándole claro que no hay porqué comer más. Lo que pasa es que tiene un año y 4 meses, y cuando ha terminado se pone en plan “me muerooo en la tronaaa” y muchas veces tenemos que bajarlo para que juegue por el suelo de la cocina (jeje, aún no anda, no). Con el tiempo mi opinión personal y lo que me gustaría (otra cosa será la realidad) es que se espere a que acabemos los demás, mientras todos disfrutamos de ese rato comiendo y charlando.

 

Nuestro objetivo es que el niño autorregule su ingesta

Lo que se pretende conseguir con estas sencillas normas es que el niño aprenda a regular su apetito de forma autónoma. Esto es fundamental para que su peso se encuentre entre unos límites razonables y saludables tanto ahora como en el futuro. Si, en lugar de esto, come en función de lo que le dicen sus padres, o copiando su comportamiento utilizando la comida (generalmente alimentos superfluos) como premio, no tendrá referencias para hacerlo de forma autónoma cuando crezca y sea él o ella misma quien decida sobre su alimentación y la de su familia.

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Platos divertidos creados por Samantha Lee. Atrévete a sorprender a tus peques con la comida ;)

 

Sigue este plan para que las comidas dejen de ser un problema

Para lograr estos objetivos te propongo un plan sencillo. Si lo sigues, creo que tu éxito estará garantizado. Por supuesto has de estar convencida y no ceder. Cuando lo logres, la alimentación de toda la familia habrá mejorado de forma sustancial, y vuestra salud actual y futura, también!

      1. Deshazte de los alimentos superfluos de casa ricos en grasas, azúcares o sal: bollería casera o industrial (incluídas galletas), refrescos azucarados, zumos, chocolatinas, batidos, helados, postres azucarados (natillas, petit-suisse, flanes…), snacks (patatas, ganchitos,…), chucherías,… en serio, todos fuera. Si no puedes cumplir este punto, el éxito del plan estará condenado al fracaso. Incluso sin obligarle a comer, tu hijo conseguirá energía más que de sobra con estas bebidas, tentempiés y postres (por muy enriquecidos en vitaminas que estén), lo que dificultará aún más que coma alimentos saludables (generalmente menos apetitosos y sabrosos, y sin duda casi nunca promocionados con los personajes favoritos de la TV).
      2. Sustituye estos productos por alimentos saludables (frutos secos crudos, fruta fresca, pan integral con aceite, queso fresco, hummus, boniatos cocidos, tortitas con avena, yogures naturales sin azúcar… Aquí tienes muchas ideas). Para hacer más apetecibles estos alimentos, puedes añadir fruta, frutos secos rallados o molidos, chocolate de alto % en cacao rayado por encima. Si quieres crear platos divertidos, ¡genial!
      3. Establece horarios de comidas adecuados con el fin de evitar un hambre excesiva. Entre horas, ofrece alimentos sanos de los del punto 2 y similares. No te preocupes si al principio los rechazan y piden los que les dabas antes, seguro que comerán en la siguiente comida.
      4. Sirve raciones razonables a cada uno, en función de su edad y apetito. Si tu hijo es de comer poco, ponle igual o menos de lo que crees que comerá. Si se lo acaba y quiere más, seguro que pide, no lo dudes.
      5. A ser posible, comed todos juntos, siempre sin distracciones. La TV es una distracción, aunque a ti te cueste, quítala, no solo tus hijos tienen que esforzarse, demuéstrales que tú también estás dispuesta a sacrificarte por la salud y bienestar de la familia.
      6. Cada uno tiene su plato y decide cuánto come. Olvídate del estrés, la preocupación y el control por lo que comen los demás. No pienses que eres mala madre o padre por eso, es al revés 😉

Entiendo que los dos primeros puntos los hagas de forma ligeramente gradual. Puedes ir eliminando y sustituyendo estos productos por tipos, o por momentos en los que tú y tus hijos los consumís. O sencillamente deja de comprarlos y cuando se acaben, ¡se acabaron! Está claro que este punto es un reto para toda la familia, no solo los hijos, pero merecerá la pena.

Ya verás que en poco tiempo habrás dado un cambio hacia la mejor alimentación posible en familia.

 

Para acabar, sólo una última reflexión. El otro día iba por la calle cuando escuché la siguiente frase: “…no es como un niño, a quien le puedes obligar a comer…”. ¿No te parece fatal que se trate a los niños como seres inútiles e inferiores, incapaces de decidir ni si quiera si tienen más hambre por sí mismos? A mi sí, y por eso me gusta hacer todo lo posible para que la alimentación de los niños y toda su familia sea lo más natural, agradable y saludable posible, ¿te apuntas a la cruzada?

 

No te cortes y dinos qué haces tú para que tus hijos coman mejor. Si aplicas estas normas en casa o te vales de tu imaginación para crear platos divertidos… Cuéntanos qué te parecen estas sugerencias, ¿las ves difíciles de lograr?

Si te apetece compartir el post para que otros padres averigüen cómo comer bien en familia dejando atrás los malos rollos, ¡adelante! Muchas gracias!

 

Referencias:

Kröller y Warschburger. Int J Behav Nutr Phys Act 2009

Kröller y Warschburger. Apetite 2008

Julio Basulto: “No quiero que obliguen a comer a mi hijo en la escuela, ¿qué puedo hacer?”

Birch y Davison. Pediatr Clin North Am 2001

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